miércoles, 27 de febrero de 2019

Superhéroes de la enseñanza



Extraigo este texto de un discurso realizado en el homenaje a dos compañeros del centro recientemente jubilados.

La aplicación del aprendizaje basado proyectos en nuestro centro es una manera ilusionante de aprendizaje para los alumnos que ha venido dando excelentes resultados. Supone un sinfín de dificultades añadidas para nuestra labor en cuanto a preparación, organización, coordinación y desarrollo. Requiere organizar y ajustar horarios, espacios y medios. En nuestro centro las aulas se han organizado de modo que se comuniquen y funcionen así como una sola aula. Los profesores de distintas asignaturas trabajan cuatro horas a la semana con los alumnos de manera conjunta y transversal en las diferentes disciplinas. Los alumnos se organizan en pequeños grupos, con las dificultades añadidas que tiene trabajar en grupo para cualquiera, pero que supone para ellos otro nuevo aprendizaje: la negociación, asumir responsabilidades y roles, debatir, argumentar, ceder y aprender a progresar a pesar de las diferencias. Hasta los niños lo hacen mejor que nuestros representantes. ¿Se  imaginan que enseñáramos lo contrario?¿A manipular y descalificarse?

-¡Profe! He lanzada unos bulos sobre Fulanito y unas fotos trucadas en Instagram y he conseguido que medio grupo le odie.
- ¡Muy bien Menganito! Tienes un 10.

Los profesores de primero de ESO tienen una reunión extraordinaria de proyectos fuera del horario para coordinarse. Todo esta labor era coordinada por un profesor hasta el mismo día de su jubilación. Además era tutor con todo lo que conlleva. Y profesor, claro. Los proyectos suponen un extra sobre el trabajo habitual de preparación, clases, correcciones, papeleos y otras reuniones que están enmarcadas en un horario y con unos mecanismos a los que estamos algo más acostumbrados.

Este trabajo, esas horas extra de coordinación de los proyectos no tiene recompensa, más allá de la satisfacción de hacerlo bien. La semana sigue teniendo 37,5 horas para el funcionario docente, pero asumimos estas tareas extra gracias a un compromiso moral y personal para elevar la calidad. Ocurre de manera similar con la coordinación TIC (ése docente que repara y mantiene equipos informáticos, audiovisuales y de comunicaciones). Es otra tarea que supone hacer lo que hacen todos los profesores, más ese extra. Algunas de esas labores tienen un complemento, sí. Pero aunque se remuneraran en su justa medida, que pocas veces es el caso, la semana no deja de tener legalmente 37,5 horas sobre el papel. Ocurre también en nuestro centro con la coordinación del programa IPAFD (Institutos Promotores de la Actividad Física y el Deporte) o también con la coordinación de extraescolares o con los diferentes coordinadores de Erasmus+ para Bachiller por un lado y para FP por otro. El profesor o profesora que los gestiona no tiene una reducción en su horario lectivo, hace esas tareas y además imparte las clases. Estos superhéroes de la enseñanza realizan su labor, con resultados sobresalientes y a pesar de todo. Sin horas y con pocos medios. Conseguidores de lo imposible.

Son nuestros dirigentes quienes deben crear las condiciones en nuestro trabajo, pero las condiciones no se crean. No están. Y lo que es peor, No se habla de ellas. A veces llegan novedades, pero pocas veces son para facilitar. Nos hablan algunos de un MIR educativo que es como el certificado de superhéroe. Vamos a ser supermejores, pero vamos a tener superpoco tiempo y medios supercutres. Como astronautas que tienen que ir a la luna en bicicleta y cobrando el salario de maestro, no de astronauta, claro. Ya no basta con la titulación universitaria, los máster educativos, la oposición, los muchos cursos de formación e idiomas. Nunca tendremos el "tú sí que vales". Parece ser que necesitamos siempre un examen más, que ese sí será el bueno. O no. Tal nivel de exigencias unido a un salario discreto disuadirá a cualquiera que tenga pensado iniciar la carrera docente. Gracias a quien corresponda.

¿Qué necesitamos los profesionales de la educación? Nunca nos lo preguntan. Rara vez estamos en ninguna comisión que elabore los programas educativos de los partidos. No vienen a los centros a preguntar. Yo se lo diré: necesitamos tiempo. Las tareas que hay que hacer deben encajar en las 37,5 horas semanales. Y no encajan. Ni siquiera las de los profesores que no tienen tareas extra, que llegan solo a ser héroes en lugar de superhéroes.

Todos tenemos desde hace siete años ya y gracias a los recortes más alumnos, más horas lectivas y menos reducciones por asumir tareas extra. Les puedo asegurar que todos los profesores del centro hemos trabajado este fin de semana y lo haremos el siguiente. A eso se añade un currículo que está sobrecargado.


Nos mandaba un artículo un compañero (ya jubilado) sobre lo bonita que es la educación basada en proyectos, o el aprendizaje investigativo y otros más, decía el artículo que otra enseñanza es posible, que enseñamos como en el siglo pasado. No es del todo cierto. A pesar de todo conseguimos logros. Pero sí es cierto que las condiciones son cada vez más parecidas a las del siglo pasado. Todas esas maravillosas técnicas que se aplican en Finlandia necesitan tiempo, todas requieren menos ratio, todas requieren medios, requieren bajar el currículo y requieren tiempo. Hay asignaturas especialmente afectadas por el exceso de alumnos en clase como El inglés. Es una materia que se debe aprende por inmersión en un ambiente de esa lengua. Y para simular esa inmersión en el aula, se deberían hacer pequeños grupos donde todos puedan participar, donde la comunicación se dé en dos direcciones y no solo en una, que es lo único que permite una clase sobrecargada de treinta y tres alumnos. El inglés requiere desdobles con ratios pequeñas para posibilitar la participación, que el alumno no solo escuche, que hable. El inglés no es aprender a repetir palabras técnicas sueltas, hay que saber construir frases y argumentar. Aprender el inglés no es aprender vocabulario específico de determinadas materias: música, ciencias o EEFF. Eso no es bilingüismo por más grande que hagamos el cartel de la fachada.

Reducir la ratio, claro, supone aumentar la contratación, supone más profesores. Y más profesores implica más presupuesto educativo. Pero aumentar la contratación es reducir el paro, que falta nos hace.

En general hoy los trabajadores, y no solo en la enseñanza, asumimos como normal un aluvión de horas extra casi siempre impagadas y bajo el chantaje de los cuatro millones de parados que esperan para "quitarnos" el puesto si no las asumimos. Esas horas extra son horas que abundan en la reducción de la contratación, que aumentan el paro. Si yo hago el trabajo de dos, creo un parado.

Los padres de hoy se marchan temprano de casa y llegan tarde. Los chicos están solos en casa demasiadas veces, demasiado tiempo. Y eso provoca déficits educativos y tiene consecuencias.
La mecanización y la automatización de los procesos reduce la necesidad de personal y es un hecho que cada vez hay menos trabajo. Yo también soy de los que pensaban que la automatización iba a mejorar nuestras condiciones, que iba a reducir la jornada de trabajo, que íbamos a  trabajar menos horas a la semana gracias a ella. Por el mismo sueldo. Porque la mecanización incrementa la productividad y los beneficios. Y los beneficios del progreso deben recaer en toda la sociedad. No deben recaer en una cuenta en Panamá. Lo que estamos viviendo hoy es una dualidad terrible en la que las personas o bien están en paro o bien están sobrecargadas en sus tareas. No hay término medio: o todo o nada. O la extenuación, o los lunes al sol. Y la culpable no es la tecnología. Sobre el culpable, la bruja Avería de la Bola de Cristal ya nos daba pistas. El capital tiene el problema de que tiende a devorar y destruir a sus dos fuentes de riqueza: las personas y la naturaleza. Si los padres hoy no pueden, no podemos conciliar, no es porque no se pueda. Horas hay para estar con la familia, pero todas ellas las tienen las personas que están en paro.

Contaba más arriba las labores que hacen los profesores hasta el mismo día de su jubilación. Me gustaría que pensáramos en esto. ¿Deben las personas trabajar como si tuvieran 25 años hasta el momento mismo de su jubilación? ¿No sería más lógica una reducción paulatina de horas y no un corte en seco de su actividad?¿No se podría pedir a los profesores más experimentados que, años antes de jubilarse, cambiaran paulatinamente parte de su jornada hacia labores de mentor, de apoyo y de orientación dentro o fuera del aula a los docentes más jóvenes? ¿De verdad a nadie se le ha ocurrido esto? Hay que cuidar y mimar a los que saben. Y hay que aprovecharse de lo que saben. Los necesitamos, pero también hay que facilitarles y adaptar su día a día a sus características, sacar partido de su experiencia y reducirles el peso de ciertas tareas que no se pueden hacer igual con 60 que con 25. Y el exceso de actividad tiene efectos en la salud pero el frenazo en seco de la actividad, al jubilarse, puede ser brutal.


Estamos acostumbrados a que nos dicten el día a día, nos levantamos con el horario prefijado y se nos dice qué día se trabaja y qué día no, qué hay que hacer en cada franja del día. Cuando uno se jubila y ya nadie te programa la vida, se crea un vacío. Y ese vacío llega cuando más nos cuesta adaptarnos a las novedades y cambiar las rutinas. Es difícil salir del sofá cuando no tienes la obligación de salir del sofá. Nadie nos prepara para esa situación. A veces, al jubilarnos no sabemos qué hacer con tanto tiempo. Es cuando nos damos cuenta de todo el tiempo que nos robaba el trabajo. Y puede hacerse muy largo porque nos robaba mucho, todo. Cuando nos jubilamos debemos hacer reset, debemos reiniciar la organización de nuestro día a día. Y no nos lo va a hacer nadie, lo tenemos que hacer solos.


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